VILLAHERMOSA, Tabasco.— Con la creación del nuevo IMSS Bienestar, los empleados que trabajan desde hace años en hospitales bajo formas de contratos precarizados, corren el riesgo de quedarse fuera.
Pero no son los únicos que podrían perder. Las negociaciones que realiza el nuevo patrón federal con el líder charro Antonio García Ayala, secretario general del Sindicato Nacional de los Trabajadores de la Secretaría de Salud, no dan la más mínima garantía de que defienda las prestaciones de los transferidos.
«¡Ese es el problema!, creo yo, el sindicato actual, el mayoritario, el que siempre ha existido, con ¡él van a tener que negociar!», explica Miguel Bretón Sepúlveda, representante especial para la Ciudad de México, del Sindicato Nacional Independiente de los Trabajadores de Salud (SINAITSA).
Paradójicamente, el tío del actual secretario Antonio García Ayala es nada menos que Joel Ayala Almeida, quien como líder de esa misma agrupación, permitió el desmantelamiento del sector salud en el año de 1997, o como el gobierno llamó la maniobra, «descentralización» de los servicios de salud.
COPENHAGUE ANTES DE 1997
El presidente Andrés Manuel López Obrador ha dicho que con el IMSS Bienestar, México alcanzará un sistema de salud como el de Dinamarca.
No obstante, si alguna vez el país llegó a parecerse a Copenhague, eso fue antes de llegar el año 1997, fecha en que el Estado mexicano cedió a las 31 entidades la rectoría de los hospitales regionales.
La nación había logrado hitos para que los mexicanos tuvieran acceso a la atención médica: creación del Instituto Mexicano del Seguro Social (1946), del Instituto de la Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (1960), y del Sistema Integral para el Desarrollo Social de la Familia (1977), por mencionar algunos.
Impulsados por el boom petrolero, la Coordinación General del Plan Nacional de Zonas Deprimidas y Grupos Marginados (Coplamar), construiría 3025 unidades médicas y 60 clínicas en la provincia, que sería entregadas en el año de 1983 al IMSS, para crear el IMSS-Coplamar. Luego Carlos Salinas de Gortari la renombraría IMSS-Solidaridad (1989).
SOLTAR LA PAPA CALIENTE
A principios de 1997, los hospitales comenzaron a sufrir por falta de recursos. «Un poco antes de la descentralización, se empieza a padecer la falta de material: había días o meses en que no se tenían líquido para revelar; lo mismo pasaba a otros servicios, el dental no tenía material para amalgamas o el de emergencias no tenía para curaciones, cuando antes había bastante de eso», recuerda el sindicalista Bretón Sepulveda.
De esta manera, el gobierno federal tramó amortiguar los males con la descentralización, dejando que fueran los gobiernos estatales quienes sanaran los hospitales a través de Organismos Públicos Desconcentrados (OPD).
Pero como señala el reconocido abogado, el remedio no alivió los sistemas de salud, sino que «todavía hubo menos material para trabajar, hay más escasez».
Para colmo, se creó un problema mayor, que ahora es lo que tiene atorado al IMSS-Bienestar. «Con la llegada de Salinas de Gortari, se prohíben las contrataciones del gobierno. Antes se creaba un centro de salud, y se hacían contrataciones nuevas para ese centro de salud de médicos, enfermeras, para todo. Ahora se creaba un centro de salud y no se contrataba personal ni se renovaban los equipos».
El sindicalista señala que, aunque la federación hacía llegar los recursos financieros a los estados a través de las 31 OPD, «el dinero se desviaba para todo menos para salud. Estaba destinado al ramo 33, y a lo mejor lo utilizaban para otras cosas. Entonces no se contrató más personal, no se renovaron los equipos. Y eso es lo que viene causando mucho el problema.»
SINDICATO CHARRO EN SALUD
Bajo estas condiciones se creó una clase trabajadora dentro del sector salud, que ha cubierto las necesidades en forma precarizada. Y es la que corre riesgo ahora de no ser reconocida bajo el nuevo esquema por el nuevo patrón (IMSS Bienestar).
«La ley burocrática dice que sólo puede haber trabajadores de base y de confianza. No hay más. Las OPDs lo que hicieron fue contratar gente de eventuales, inventaron mil formas de contratación. Y con esto ¿qué hicieron? Precarizaron los salarios de los trabajadores, precarizaron enormemente la función que vienen haciendo los trabajadores de la salud, tan es así que a esos trabajadores de la Secretaría de Salud se buscó una forma de que tuvieran cierta estabilidad, pero como no le podían dar base, imagínese que le llamaron trabajadores precarios».
El sindicalista señala que los empleados de la salud tendrían que ser transferidos sin ningún problema al nuevo esquema, y aunque tendrán que firmar nuevos convenios, sus derechos y prestaciones estarían a salvo.
Pero ahora, las negociaciones con el nuevo gobierno están a cargo del sobrino de Joel Ayala, que como su tío, lleva años en el puesto. «Si tenemos líderes que están ahí desde 1998; la misma persona es el que maneja el sindicato de enfrente, tiene 25 años al frente, entonces imagínese usted, ¿no le daría miedo que él negociara? Tiene aparte muchos compromisos y mucha cola que le pise el gobierno. ¿Quién la paga entonces? Los trabajadores».
Las prestaciones de los empleados de base pueden estar en riesgo o ir a la baja, pero el futuro de los precarizados podría ser peor. «Ahora se transfieren los trabajadores de base, pero en una segunda etapa se le van a transferir los trabajadores precarios o regularizados, pero los que sí tienen un problema severo son los que tienen diversas formas de contratación que no son de base ni regularizados».
Yucatán es un ejemplo de esta bomba de tiempo: No se inscribió al IMSS Bienestar y además tenía contratados por honorarios a mil empleados mediante un programa estatal llamado FASA (Fondo de Apoyo a Salud). Pero al no entrar al nuevo esquema su patrón sería un fantasma ahora llamado INSABI.
«Los estados que son oposición al gobierno no lo firmaron. IMSS Bienestar les dice que no puede hacerse responsable de ellos porque no me firmaste el convenio. Ellos se tienen que seguir entendiendo con la anterior forma de organización que era el INSABI. ¡Y el INSABI ya no existe!».