TABASCO. Erick Valencia y Leonardo Magaña son dos jóvenes tabasqueños adictos a la tecnología. Encajan en el prototipo de la Generación “Z”, esa cohorte demográfica que está perdiendo una habilidad que tienen los seres humanos desde hace miles de años: el dominio de la comunicación a través de la escritura.

La tecnología digital ha cambiado la forma en cómo ven al mundo. Son más hábiles en el uso del ordenador, del teléfono móvil o de cualquier otro dispositivo digital, pero les da “flojera” escribir a mano, un elemento fundamental, afirman los expertos, para el desarrollo cognitivo.

“Arrastrar el lápiz” es una etapa crucial en el progreso de las habilidades motoras finas, ya que influye directamente “en el entrenamiento de la memoria y la comprensión de las palabras, porque involucra al cerebro de una manera diferente a escribir en un teclado”.

A ello pudiera obedecer que Erick y Leonardo, dos zommers en pleno crecimiento, a su corta edad evidencien, sin admitirlo, ciertas dificultades para procesar cuestiones simples de la cotidianidad. Sin conocerse, ambos enfrentan la misma dificultad: les cuesta trabajo retener información básica. 

“Te voy a ser honesto, el único número (telefónico) que me sé, es el de mi casa y el mío personal, después de esos, no me sé ningún otro y para hablarle a algún amigo o conocido, me apoyo en la agenda del celular”, se sincera Leonardo, sin mostrar rubor por tan “insignificante detalle”. 

Mismo ejercicio se aplica a Erick, quien se mantiene conectado gran parte del día a través de sus dispositivos electrónicos, “ya sea por cuestiones personales o simplemente para estar comunicado con el mundo”.

Al igual que su compañero de generación, él prefiere los mensajes instantáneos y el contacto a través de una pantalla, pero padece el mismo “insignificante detalle”: “no me sé ningún número telefónico”, confiesa, con esa risa semi nerviosa, contraída, que enmascara las señales de ansiedad que hoy muestran miles de jovencitos que han creado una alta dependencia tecnológica.

CRUDA REALIDAD

Ellos lo desconocen, pero tienen similitudes con los más de 23 mil mexicanos que, según cifras del INEGI, padecen alguna discapacidad visual, auditiva o de memoria por el uso excesivo de la tecnología, y con las más de 227 mil 500 personas que en nuestro país admiten tener limitaciones para ver, oír o recordar.

La cruda realidad es que hoy por hoy, la tecnología es parte de la vida diaria. Inclusive, un estudio elaborado por WhistleOut, una plataforma de acceso libre que permite comparar servicios móviles en combinación con equipos, revela que “una persona pasa 76,500 horas en su celular a lo largo de su vida, lo que equivale a casi nueve años”.

Para la especialista en salud visual, Elena Martínez, además de la afectación psicosocial, la exposición prolongada a las pantallas de los teléfonos móviles también tiene otro tipo de implicaciones que favorece la aparición de trastornos oculares, como la miopía, la fatiga visual y el síndrome del ojo seco.

Advierte que específicamente, la fatiga visual trae consigo síntomas como visión borrosa, dolores de cabeza y sensibilidad a la luz, por lo que recomienda el uso de micas antirreflejantes como la Blue Ray, que reduce hasta en 70% los efectos nocivos del blue light o luz azul que emiten los dispositivos con pantalla digital tipo smartphones, tabletas o computadoras.

De acuerdo con los expertos en salud visual, “el exceso de luz de las bandas ultravioleta y azul-violeta puede dañar el ojo humano, además de causar una dolorosa inflamación de la conjuntiva y la córnea, y provocar daños en el cristalino (cataratas) y especialmente en la retina (degeneración macular)”.

SIN LÍMITE DE EDAD

Sin embargo, toda esta reacción en cadena no es exclusiva de la Generación “Z”. También en la Generación “X”, aquellos nacidos entre mediados de los sesentas y principios de los ochentas, padecen los estragos de la irrupción tecnológica.

Un ejemplo es don Ramiro Velázquez Arias, otro personaje que además de manifestar problemas con la retentiva de información, también tiene afectada la vista. En su caso, él mismo atribuye ambas afectaciones al uso excesivo del celular, especialmente durante las noches.  

“Con trabajo y me acuerdo de mi número telefónico, pero no recuerdo ningún otro; en una emergencia no sabría a quién hablarle, porque para todo tengo que recurrir a mi celular; para checar el teléfono de mis familiares, de mis amigos, mucho más el de los conocidos”, comenta, con preocupación.

Su mayor problema en la actualidad, es que ya no logra ver bien, por lo que es rehén de los lentes graduados la mayor parte del tiempo. “Por el uso continuo y más de noche, he notado problemas de alumbramiento, creo por la misma luz de la pantalla, como que me enciende una lucecita en el ojo”, explica.

Con la llegada de los equipos tecnológicos de alta gama, incluso las consultas con los oculistas se han disparado hasta en 50% durante el último lustro. La mayoría, alertan los especialistas, asisten por lo mismo: estudios por trastornos de visión nublada o borrosa. La causa: el uso desenfrenado de dispositivos móviles.