Tabasco.- Con más de 35 años dedicado a las artes plásticas, tanto en su apasionada enseñanza como en las telas donde plasma el mundo primigenio del lugar donde nació, Macuspana, el pintor Javier Pineda propone al gobierno morenista que encabeza Javier May devolver las 33 piezas de la Cultura Olmeca, que actualmente se hayan enclavadas en un pedazo de selva que su creador, el poeta de América llamó Parque Museo Poema, a su lugar original, en la villa La Venta, municipio de Huimanguillo.

Sentado en su taller donde ha plasmado pejelagartos flotantes, tortugas milenarias y salamandras expectantes en sus telas, afirma “que se deben regresar las piezas al lugar donde pertenecen. Y esto políticamente sería beneficioso para el gobierno estatal. ¿Por qué? Porque entonces estarían haciendo justicia al pueblo de donde se las llevaron”.

Durante los años cincuenta la villa La Venta experimentó una exploración petrolera intensa, gracias a esta extracción se descubrieron los monolitos que más tarde serían reconocidos como de la cultura madre, los Olmecas. Alrededor de una extensión amplia de lomeríos leves estaban enterrados lo que parecían ser sus dioses o gobernantes.

“La Venta contribuye a la producción de petróleo, gasolina y derivados. Y no vemos que esas ganancias que se tienen por el petróleo, por las gasolinas y sus derivados lleguen a ellos. No se refleja ni en las condiciones de vida de los habitantes de la villa”, señala el también reconocido defensor ecologista.

El poeta Carlos Pellicer se dio a la tarea de proteger estos tesoros, moviéndolos a más de unos 50 kilómetros de su localización original. Paradójicamente contó con el apoyo de transportación de quien a su vez era responsable del riesgo de destrucción: Petróleos Mexicanos. Con el traslado de toneladas de piezas mayas al Parque Museo Poema, Villahermosa se volvió una parada para turistas nacionales y extranjeros, pero la Villa se fue apagando, saqueada de su mayor atractivo.

Pineda considera que al volver las piezas a su sitio original, ya sin el riesgo de ser destruidas por la extracción petrolera, se “le da una alternativa de desarrollo a la Villa” porque donde hay tesoros arqueológicos, hay turismo y con ello desarrollo.

“Detonas la descentralización del desarrollo, no solamente desde el punto de vista cultural sino también económico. Imagínate, estamos velando por la descentralización de la cultura y los proyectos culturales, pero además nos vamos a desarrollar económica y turísticamente”, asegura.

Por eso, para el egresado del Centro de Estudio e Investigación de las Bellas Artes (CEIBA) y de la Escuela de Artes Plásticas de La Esmeralda, las piezas deben ser protegidas porque “si se destruyen, ya no retoñan”.

Razón por la que se decanta por la construcción de un Museo Nacional Olmeca, pero en donde deberían estar esas piezas, en la Villa La Venta.

“Estamos en la misma disyuntiva en la que se encontró Pellicer, que por cuestiones de conservación, tuvo que traer las piezas a Villahermosa. La UNESCO, que es la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, ha hecho recomendaciones en ese sentido actualmente. Sería bueno que se hiciera un estudio para ver qué tanto se han deteriorado y así nos quitamos la duda”.

Desde su visión, las alternativas para la creación de un museo Olmeca tienen que venir de la sociedad civil organizada.

“Pero dentro de esa misma sociedad civil, se levantaron voces que dicen que hay otras necesidades más apremiantes que construir un museo”, se le cuestiona.

“El arte también forma parte de la salud preventiva, los espacios para el esparcimiento son una mejor calidad de vida, no todo tiene que ser trabajo, trabajo. Sino hay espacios de esparcimiento, sino hay museos, se propaga el alcoholismo, la drogadicción y la prostitución” responde con claridad y serenidad sobre los espacios públicos, cuya función es la de velar también por la salud pública, por el desarrollo espiritual e intelectual.