Veracruz.– En medio de la devastación que azota a Poza Rica y Álamo, la gobernadora Rocío Nahle García ha salido al paso con una promesa contundente: "Yo me voy a encargar de recuperar, de reconstruir Poza Rica y Álamo. Si algo sé hacer, es construir". El mensaje, emitido a través de sus redes sociales, busca inyectar esperanza en una población que, sin embargo, empieza a manifestar su hartazgo ante lo que perciben como una reacción tardía a la emergencia.
La analogía de la construcción no es menor, considerando el pasado reciente de la gobernadora como la artífice de la Refinería Olmeca en Dos Bocas, un proyecto de infraestructura de gran envergadura. Ahora, frente a la urgente necesidad de reconstruir hogares, vidas y la moral de comunidades enteras, la población se pregunta si la misma celeridad y eficacia que se aplicó en Dos Bocas se verá replicada en las zonas afectadas de Veracruz.
Los reclamos no se han hecho esperar. Habitantes de las comunidades damnificadas denuncian una respuesta gubernamental lenta e insuficiente en las primeras horas críticas de la emergencia. Mientras Nahle García enfatiza que "lo más urgente es el rescate de los veracruzanos que se encuentran en la sierra y continuar las labores de limpieza", la realidad en el terreno es de miles de familias lidiando con el lodo, la falta de servicios básicos y la incertidumbre.
La gobernadora ha destacado la llegada de maquinaria y apoyo de otros estados, así como la presencia de funcionarios federales para coordinar la atención médica. No obstante, la magnitud del desastre, que incluye el desgajamiento de cerros y afectaciones en estados vecinos, pone a prueba la capacidad de respuesta del gobierno estatal y federal.
"No existen limitaciones de recursos para atender la emergencia", ha asegurado Nahle García, aunque sí ha reconocido la necesidad apremiante de maquinaria pesada. Sin embargo, para muchos veracruzanos, la maquinaria llega tarde y la coordinación, al menos en los primeros días, fue deficiente. La solidaridad ciudadana, con vecinos limpiando sus propias casas y calles, ha sido un pilar fundamental ante la percibida lentitud de las instituciones.
La promesa de la gobernadora de "estar aquí hasta que nuestro pueblo esté en condiciones estables" es un compromiso que resuena con fuerza. Pero la población, con la experiencia reciente de Dos Bocas en mente, espera que la reconstrucción de Poza Rica y Álamo no sea solo una declaración de intenciones, sino una demostración efectiva de la misma capacidad de "construir" que se le atribuye, y que esta vez, llegue antes de que la desesperación se arraigue aún más. La pregunta que flota en el ambiente es: ¿Será la "reconstrucción" de Poza Rica y Álamo tan prioritaria y eficiente como lo fue la construcción de la refinería, o se quedará solo en una promesa más frente a la crisis?