TABASCO. En una época en la que el ruido es innato en la cotidianidad, una figura silenciosa capta la atención. Vestida de mimo, Nakawé, personaje interpretado por Smile Guadalupe Morales, no habla, pero su arte dice mucho. Junto a ella, su esposo, Héctor Alcudia, da voz a un proyecto que no sólo busca rescatar la pantomima, sino también promover un mensaje fundamental: el aprendizaje de la lengua de señas mexicana.
Hace cinco años, esta pareja de esposos, dio vida a "Mimadas", un proyecto que nació en las calles con shows de pantomima. Lo que parecía una simple función de entretenimiento, se transformó en una plataforma de enseñanza.
"La base del proyecto la pensamos como un canal para la transmisión de la lengua de señas, para promover este aprendizaje", explica Héctor, mientras Nakawé, en silencio, imparte una clase detrás de él.
Al principio, sus presentaciones concluían con la enseñanza de algunas palabras básicas como saludos y despedidas. Sin embargo, pronto sintieron la necesidad de ir más allá y formalizar su conocimiento.
Fue ahí donde se encontraron con un obstáculo: en Tabasco, la oferta para aprender lengua de señas es limitada y, a menudo, exige un mínimo de integrantes para abrir grupos, un requisito difícil de cumplir en un estado donde, según Héctor, el interés por esta lengua no ha sido tan fuerte.
Decididos a no detenerse, emprendieron un camino autodidacta. Hoy, su esfuerzo ha dado frutos. Con su proyecto “Mimadas”, no solo han logrado ser promotores de la lengua de señas, sino que también son parte del proyecto municipal de "7 villas del centro" y están presentes en la Casa Vocacional de Artes y Oficios en La Lima, donde ofrecen talleres con una cuota de recuperación mínima y son un referente de la enseñanza de este lenguaje.
Héctor Alcudia, quien es licenciado en Promotor Cultural por el Centro de Estudios e Investigación de las Bellas Artes (CEIBA), relata cómo la pantomima en Tabasco prácticamente había desaparecido desde la época del maestro Jaime Olmedo, hace más de 30 o 40 años. Su labor, en este sentido, es también un rescate cultural.
Él se define como "el apoyo de la mimo, el intérprete", cumpliendo un rol esencial para que el arte de Nakawé pueda ser comprendido.
En tan sólo año y medio, la mimo Nakawé ha logrado inspirar y guiar a cerca de 40 alumnos interesados en aprender.
"Poco a poco la gente empieza a tener esa curiosidad por aprender la lengua de señas, lo cual consideramos que ha habido un gran avance", dice Héctor, destacando que el interés ha crecido, en parte, impulsado por el gobierno municipal y por la demanda creciente de empresas que buscan personal con este conocimiento.
Para la pareja, el mensaje principal es claro y contundente: "La lengua de señas no se aprende porque haya un familiar que lo necesite, sino porque hay personas que lo necesitan".
De acuerdo con ellos, una persona puede aprender comunicación básica en un promedio de cuatro meses, mientras que el nivel avanzado puede tomar entre seis y doce meses. El costo por clase en la Casa Vocacional de Artes y Oficios es de sólo 50 pesos y para mayor información, los interesados pueden comunicarse al 993 443 1654.
También hacen una invitación final a quienes ya están aprendiendo: "Compartan los conocimientos con su círculo cercano para seguir difundiendo el aprendizaje", porque el arte del silencio, cuando se comparte, tiene el poder de comunicar y conectar a todo un mundo.