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    Publicado el 2 de agosto de 2025

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    Un bombero con corazón de voluntario

    La historia de José Arturo Gómez Ascencio no solo refleja la pasión de un hombre por su vocación, sino también la complejidad de una labor que va más allá de apagar incendios

    TABASCO. “¿Quién no quiere ser bombero cuando es niño?”, reflexiona José Arturo Gómez Ascencio, actual coordinador de Protección Civil del municipio de Centro, al recordar el sueño que lo acompañó desde pequeño. Su historia es la de un hombre que transformó una ilusión infantil en una vida dedicada al servicio, enfrentándose al fuego con valentía y un perfil multidisciplinario que lo ha convertido en un pilar de la comunidad.


    Egresado de la academia de policía de tránsito, Arturo tuvo su primer acercamiento al mundo de los bomberos a través de un curso contra incendios. “Pensábamos que era muy fácil”, admite con una sonrisa, evocando su niñez.


    Sin embargo, al integrarse al departamento de bomberos del Instituto de Protección Civil, comprendió las palabras de su madre: “Para ser bombero tienes que ser ‘ingienista’, porque un bombero hace diferentes oficios”. Ella no se equivocó. Además de apagar incendios, los bomberos atienden emergencias meteorológicas, rescatan fauna silvestre y auxilian a heridos, lo que exige un perfil versátil.


    Con esa convicción, Arturo se capacitó como ingeniero, paramédico y en una infinidad de cursos dentro y fuera del estado, enfocados en incendios y planes de respuesta a emergencias.


    Hoy, con 30 años de servicio, lidera un equipo de alrededor de cien bomberos en Centro, distribuidos en cinco centros regionales de Protección Civil. “Me hierve la sangre”, confiesa al hablar de su deseo de volver a estar frente al fuego, aunque ahora sus decisiones se toman desde un rol de coordinación.


    'NO TODO ES TIRAR AGUA'

    Arturo destaca que ser bombero nace del corazón. “No hay corazón más grande que el de un voluntario”, asegura, citando un dicho que resuena en el gremio.


    Muchos jóvenes se acercan a Protección Civil buscando oportunidades y capacitaciones, algunos incluso llegan a formarse en la Escuela Nacional de Protección Civil. La multifuncionalidad es clave: un bombero debe estar preparado para cualquier emergencia, desde un incendio hasta un rescate.


    El día a día de un bombero está marcado por la disciplina. Las guardias de 24x48 horas operan los 365 días del año. Cada jornada comienza con la entrega de ambulancias, camiones y equipos, seguida de una o dos horas de academia y retroalimentación.


    Las emergencias llegan a través del 911, números directos o radios conectados con el sistema estatal de urgencias y la Secretaría de Seguridad Pública. Cuando suena el timbre de alerta, la adrenalina se dispara. El equipo —casco, chaquetón, guantes, pantalones y botas especiales— es su armadura, especialmente en incendios estructurales donde el riesgo es mayor.


    “No todo es tirar agua”, subraya Arturo. Los líderes de bomberos coordinan estrategias según el tipo de incendio. En zonas de difícil acceso, se recurre a técnicas como “fuego contra fuego”.


    "Si nosotros sabemos que hay gasolina, un transformador, aceite, sabemos cuál es la estrategia que tenemos que utilizar para atacarlo. Porque al fuego hay que hacerle un buen ataque, como un boxeador: un buen golpe derriba al oponente. Entonces el chorro adecuado también debilita al oponente", explica.


    La experiencia de Arturo incluye momentos críticos, como el colapso de una pipa en el centro administrativo de Pemex hace más de una década, donde participó en labores de rescate.


    “El miedo nos mantiene alerta, pero se vence con el conocimiento”, afirma. Saber si el fuego involucra gasolina, aceite o un transformador determina la estrategia, que puede incluir hasta 14 tipos de chorros, desde directos hasta neblina o el “golpe de ariete”.


    RIESGO Y SACRIFICIO

    Ser bombero es un trabajo altruista, pero de alto riesgo. Requiere capacitación constante, disciplina, ejercicio y entrega. “Un bombero es como un médico, nunca deja de aprender”, dice Arturo, destacando cómo la tecnología avanza rápidamente.


    Empero, el impacto familiar es uno de los aspectos más desafiantes. “Un bombero pone en jaque a la familia”, admite. Durante incendios grandes, sus seres queridos se preocupan y lo llaman constantemente. Mantenerlos informados es esencial, aunque en el calor de la emergencia, los bomberos a veces pierden la noción de su entorno, rodeados por el fuego y la adrenalina.


    La historia de José Arturo Gómez Ascencio no sólo refleja la pasión de un hombre por su vocación, sino también la complejidad de una labor que va más allá de apagar incendios. Es un recordatorio de que detrás de cada casco hay un corazón dispuesto a arriesgarlo todo por salvar vidas.

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