TABASCO. Atravesar la preparatoria para la juventud es un desafío que va más allá de estudiar, pues es una etapa de transición que deriva en conflictos emocionales que en muchas ocasiones, pueden tender al suicidio, en el peor de los casos.
Y aunque las emociones negativas no excluyen ningún género, la realidad es que son los hombres quienes tienden a no compartir esas emociones, agravando el problema. Un sondeo realizado por Sintexto revela esta constante en los jóvenes.
Como dato, el Colegio de Bachilleres de Tabasco (Cobatab) reveló que 40% de sus alumnos presentan problemas emocionales, y una parte de ellos, tendencias suicidas, según cifras del exdirector general, Evaristo Hernández Cruz.
Yedzely Castañeda, de 19 años, señala que los problemas familiares, las relaciones de pareja y la pérdida de seres queridos, son factores que desencadenan la soledad y trastocan las emociones de los estudiantes.
Yedzely, quien en algún momento experimentó problemas emocionales tras perder una amistad de años, enfatiza la diferencia en la forma en que hombres y mujeres manejan sus sentimientos.
"Los hombres tienden a cerrar de más sus sentimientos y más porque no tienen como las mujeres, una amiga, a la que le tenemos la confianza y podemos abrirnos con ellas", comenta, aunque reconoce que algunos pueden encontrar apoyo en amistades femeninas.
Alejandro Díaz, también de 19 años, concuerda en que la depresión en jóvenes es una realidad. Para él, la economía familiar y la presión escolar por obtener buenas calificaciones son detonantes importantes.
"Todo el tiempo, todos los días uno tiene problemas (emocionales), pero va dependiendo uno cómo lo vaya enfrentando diariamente", expresa.
Alejandro, quien logró sobrellevar sus propios problemas sin ayuda profesional, encontró motivación en su futuro y en terminar la preparatoria.
Resalta que, si bien tanto hombres como mujeres enfrentan desafíos emocionales, "ellas lo expresan, los hombres no".
Saori Gallegos recuerda cómo en su época de preparatoria, muchos de sus amigos lidiaban con la depresión, impulsada por la inseguridad y problemas familiares, llegando incluso a tener tendencias suicidas. La presión académica y los problemas de noviazgo también contribuyeron a su propia tristeza.
Desde una comunidad alejada de la capital tabasqueña, Moisés Castro, de 19 años, fue testigo directo de los problemas emocionales en sus compañeros de prepa e incluso él mismo se vio afectado.
La situación económica, particularmente la falta de oportunidades laborales en su zona indígena, era un factor determinante que hacía que los jóvenes perdieran la esperanza en su futuro y, en algunos casos, cayeran en las drogas.
La timidez y el rechazo familiar también eran causas de depresión. Moisés, aunque no se atreve a decir qué género es más propenso a los problemas emocionales, subraya cómo los roles de género tradicionales —hombres como proveedores y mujeres como amas del hogar— impactan negativamente. Ha sido testigo de suicidios por problemas familiares y amorosos.
A pesar de haber sentido tristeza, Moisés ha logrado afrontarla con positividad y ocupándose en construir su futuro. Sin embargo, recalca que es innegable que los hombres son quienes más ocultan sus emociones, debido a una educación que les ha enseñado a manejar sus problemas consigo mismos y no a expresarlos. Moisés considera que, si bien es un rol antiguo, hay avances en la apertura emocional masculina, aunque "aún falta mucho para ese punto".
Las declaraciones de estos jóvenes estudiantes refuerzan la urgencia de atender la salud mental en Tabasco, con un enfoque particular en la necesidad de crear espacios seguros y herramientas para que los hombres puedan expresar sus emociones libremente, rompiendo con viejos estereotipos que les impiden buscar ayuda y apoyo.