Uno de los retos de los artistas es perdurar en el tiempo, y la sensibilidad que Nellie Campobello le obsequió a la cultura mexicana no tiene fecha de caducidad. A 39 años de su fallecimiento, se le recuerda como una danzarina, escritora y poeta que ignoró los convencionalismos para pronunciar sin remordimiento que la libertad y la honestidad delinearían su vida personal y su carrera creativa.
Fue registrada como Francisca Luna (Villa Ocampo, Durango, 7 de noviembre de 1900 – Progreso de Obregón, Hidalgo, 9 de julio de 1986) y se le relaciona fundamentalmente en el universo dancístico que conoció en su juventud y en el que se consolidó gracias a que fue directora durante más de 40 años de la Escuela Nacional de Danza, conocida actualmente como Escuela Nacional de Danza Nellie y Gloria Campobello, solo que su personalidad y talento no pueden quedar sujetos únicamente a esa faceta.
Nellie también exploró la disciplina de la literatura, lo hizo con Cartucho: relatos de la lucha en el norte de México (1931), obra autobiográfica e histórica que le otorgó el título de la “única mujer que escribió novela de la Revolución”.
Pero antes, la artista duranguense ya había mostrado su rebeldía en Yo! Versos (Ediciones L.I.D.A.N., 1929), editorial dirigida por Gerardo Murillo/Dr. Atl. El poemario con 54 textos, lo firmó con su nombre legítimo y lo dividió en tres partes: la primera sin título y sin fecha; la segunda Yo en faceta 1928-1929 y la tercera, El-yo-amor Abril 1929.
Treinta años después, la autora lanzó Mis libros (1960) que incluye 12 poemas del primer tiraje y tres inéditos: Besos de luna, Mi novio y Sueños. Finalmente, en la primera década del siglo XXI fue publicada nuevamente la versión original, pero con el nombre de Francisca Yo! El libro desconocido de Nellie Campobello (2004), por Jesús Vargas Valdés y Flor García Rufino, biógrafos de Nellie.
En los versos que comprenden los ejemplares se lee a una poeta provocadora, que gusta de las retóricas para conmover, que habla de los recuerdos de la infancia y que establece diálogos que incluyen a la familia, al amor, a la naturaleza y a la tristeza, entre otros temas.
En charla con la investigadora y profesora de la Universidad de Nuevo México, Patricia Rosas Lopátegui (Tuxpan, Veracruz, 1954), expresa que el pensamiento y el arte de Nellie Campobello resuenan en la actualidad y paso a paso se instalan en la curiosidad de los nuevos lectores.
“Nellie Campobello es realmente un modelo para seguir. Tenemos que considerar que ella es un caso muy diferente dentro de la literatura mexicana, porque sus orígenes son de clase social muy humilde. Nellie habló abiertamente de todo: de su tristeza, del hambre que ella y sus hermanos vivieron durante la infancia; de una madre que tiene estos hijos y de un padre que desaparece”, comenta Patricia.
La década de los 20 fue crucial para la evolución profesional de Nellie. En su primera migración en 1921 a la capital del país, junto a su hermana Gloria, tuvo “el apoyo económico y emocional” del general duranguense Jesús Agustín Castro Rivera; asimismo, se involucró con personas de “las colonias inglesa y estadounidense”, quienes le mostraron un mundo muy diferente al de su niñez.