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    Publicado el 17 de octubre de 2025

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    Pepena: Un negocio que lucra con la salud

    Al trasladar el basurero municipal a otra zona, el Ayuntamiento de Centro abandonó a la ranchería Lázaro Cárdenas, la población ante la falta de oportunidades de empleo usa esta actividad para generarse ingresos a costa de su salud

    Tabasco.- Contiguo a la localidad de lázaro Cárdenas, primera sección, en el municipio de Centro, estado sureño de Tabasco, se encuentra una serie de centros de recolección de basura, la mayoría de ellos clandestinos, al que cientos de trabajadores diariamente visitan para poderse ganar el pan de cada día, en un ejercicio de recolección casi milenario en el que se busca rescatar lo mejor, en medio de los desechos que tiran a diario en la ciudad miles de personas; desgraciadamente, en el proceso las enfermedades están a la orden del día, sobre todo para los niños que viven en el perímetro, relatan los pobladores. 

       

    Abultadas montañas de bolsas de basura contrastan con el paisaje verde; no es la única contradicción a la redonda, apenas a un kilómetro y medio se encuentra la Terminal de Almacenamiento y Distribución de Petróleos Mexicanos (Pemex), ¡con sus instalaciones pulcras y empleados que entran y salen en camionetas de lujo, evidenciando la desigualdad entre los dos tipos de trabajo: uno considerado formal, y el otro informal.

     

    Sin embargo, aquí se encuentran historias que reflejan que esta labor es necesaria para reciclar lo que indistintamente llega a los basureros de la ciudad, un trabajo en el que se ayuda al ambiente, al recolectar todas aquellas sustancias, materiales y objetos que contaminan los suelos. 

     

    Adentrarse a la localidad híbrida, entre ranchería y basurero, pasando una carretera en mal estado, hace que demore más tiempo el breve trayecto, se observan terrenos privados que han sido utilizados para la infinita recolección de residuos, señal de que es un negocio lucrativo, que requiere muchas manos pero cuyas ganancias benefician a unos cuantos.

     

    Esas manos pertenecen a adultos y mayores de edad, que carecen de equipo de calidad para pepenar los desechos, así como también de servicios médicos, seguro de vida, afore y vacaciones.

     

    Rosario Pérez Hernández, desde hace 20 años vive en el lugar, pero como pepenador ha estado trabajando los últimos cinco meses. Antes de esto, se mantenía trabajando en el campo, de la tierra, como “a echar machete”, describe. 


    “Aunque no nos guste, tenemos que trabajar en esto para mantener a la familia... Sí, está muy contaminado aquí, queman basura aquí, allá, en todos lados, principalmente a los niños, a los recién nacidos, les da gripa y todo eso… Allá abajito vivo, queman basura ahí”, explica, mientras cuenta que su madre se encuentra enferma de los pulmones y el vecino, que suele quemar basura que traen de otros lados, afecta su salud, “el vecino quema basura, ya le hemos dicho, pero dice que es su terreno y lo sigue haciendo”, detalla resignado. 

      

    PEPENADORES, LOS MÁS EXPLOTADOS 

      

    “Prácticamente, los recolectores de los carretones sacan todo y solo dejan la basura, no dejan nada de provecho, para el pepenador, que somos nosotros, y nos perjudican, por eso optamos por ir a los lugares que podamos aprovechar (basureros clandestinos)”, narra Fernando Reyes, lugareño que se dedica a seleccionar los desechos desde las 7 de la mañana a 1 de la tarde, bajo el calor constante del sol. 

     

    La llegada de camionetas y volteos tiene las calles despedazadas, lo que lleva a que los pochis y combis lo piensen dos veces para ingresar al sitio, por los daños que suelen llevarse las unidades.

     

    Francisco, al igual que Rosario, prefiere la pepenada porque está en un lugar cercano a su casa, “de todos modos, nos tienen entre la basura, optamos por sacarle provecho, pues estamos abandonados”. 

     

    Agrega que las combis “no quieren dejarte hasta su casa, no quieren pasar, no son baches, son cuevas sobre las que tienen que pasar”. Para él, estas exigencias de una mejor sanidad son principalmente para beneficiar a los niños, que son las nuevas generaciones, las que, a su decir, vale la pena salvar. 

      

    Señala que la relación de la población con el basurero se ha vuelto simbiótica, debido a que, ante la falta de empleos, los habitantes de la ranchería trabajan mejor ahí, satisfaciendo las necesidades de trabajadores que tiene el sector. “A veces nos pagan semanalmente que si 1500, 1300, no nos pagan la gran cantidad, la verdad”.

     

    El salario está muy por debajo al riesgo que realizan a diario por desmantelar y separar residuos que además de afectar el medio ambiente, dañan su propia salud. 


    LA QUEMA ES DIARIA

      

    Marcela Magaña Pedraza, de 43 años, vive ahí desde que nació, y no recuerda grandes cambios en la forma de vivir de la comunidad, ni mucho menos, los beneficios que debieran tener al elegir las autoridades este lugar para enmarcar un basurero.

     

    “Aquí uno se va sustentando a como puede, los niños son los que más se enferman”, argumenta mientras señala que pese a que las enfermedades en infantes son comunes, carecen de medicamentos en el centro de salud más cercano, en la Unidad de Bienestar IMSS- BIENESTAR LÁZARO CÁRDENAS 1a. 


    “Lo que hacemos es que si nuestras criaturas están enfermas, las llevamos a consulta, si hay medicamentos, nos los dan, si no tienen, lo tenemos que comprar y así no sale uno de nada, da igual que vaya a una Farmacia Similar al Centro, de todos modos voy a tener que ir al final por que no hay medicamentos”, relata.

     

    A esa cantidad hay que sumar el viaje de ida y regreso a Villahermosa para surtir mayormente las recetas, que asciende a más de 60 pesos por persona.

     

    María de los Santos Solís, por su parte, narra que el negocio de quemar residuos comenzó debido a que en la localidad, años atrás, se encontraba el basurero municipal, “y ya de ahí la gente empezó a hacer su propio basurero, tiraban su basura por donde quiera y así se fue expandiendo hasta ahora, luego el basurero lo cambiaron a otro lado, pero aquí siguió lo mismo, nunca se controló eso hasta la fecha”, lamentó. 


    Destacó que ya se acostumbraron a los olores fuertes y nauseabundos que provienen del basurero, aceptando que aunque hay enfermedades, el cuerpo se termina acostumbrando, aunque admitió que es a los niños a quienes más les afecta, generando entre ellos calentura, diarrea y tos. 


    El cansancio de la población llega hasta la exasperación, “cuando ellos quieren nuestro voto, ahí sí tienen tiempo de venir, pero cuando la comunidad los necesita, no están”, se quejó. 


    María, pide a las autoridades que los escuchen: “Principalmente a la licenciada Yolanda Osuna (presidenta municipal de Centro), que nos haga caso, que se apiade de nosotros, ya nos cansamos de vivir entre el lodo, los niños que van a la escuela llegan todos llenos de lodo”, clama pidiendo cuando menos mejorar las calles y surtir de medicamentos faltantes el centro de salud.

    Etiquetas:

    #Pobreza#Medio Ambiente
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