TABASCO. Javier Núñez, cantante y músico venezolano dejó por su paso en Tabasco hace unos años el proyecto musical “¿Dónde está Alicia?”, en donde convergen artistas tanto de México como de Colombia, y ahora prepara su nuevo proyecto musical, un álbum de su tierra natal: Sabascual.
En exclusiva para Sintexto, nos platica sobre su paso en El Edén y cómo la música ha sido una voz para retratar el proceso migratorio por el que ha atravesado.
La banda, nacida en Tabasco, está conformada por Javier Núñez como compositor; Carlos Bautista, guitarrista y productor, él es local; Vladimir Climent, bajista y pintor, de la Ciudad de México y quien se encarga de ilustrar las portadas aprovechando su destreza en el lienzo; y finalmente está Andrés Sanz, también productor.
Gran parte de las canciones que realizaron en "¿Dónde está Alicia?" las hicieron a la distancia, online, esto debido a la pandemia, pero la necesidad de Núñez de mudarse a los Estados Unidos tuvo como consecuencia continuar trabajando en esta modalidad, situación que no impidió que dieran a luz música. Ahora, se preparan para sacar otro álbum a fines de mes.
Núñez nació en Venezuela, donde vivió 15 años; en Tabasco pasó seis años y lleva viviendo casi cuatro años más en Estados Unidos. Aunque su pasión es la música, trabaja como ingeniero, resultado de estudiar una especialidad en Mecatrónica en la Universidad Autónoma de Guadalajara, campus Villahermosa.
Javier comenzó a tocar la guitarra a los 12 años. Cuando llegó a Villahermosa tomó clases de música en una escuela privada, luego estuvo tres años en la Escuela Estatal de Música, lo que antes era el Ágora, donde estudió guitarra clásica y solfeo.
“Es como rock en español, alternativo, creo que las canciones siempre tienen bastantes giros emocionales, no tanto de género, no pasa que tengamos como 2 o 3 canciones seguidas que sean similares”, dice Javier, enfatizando que esta mezcla de distintas influencias en cada miembro de la banda hace que cada canción busque sonar distinta a la otra.
La comunicación a la distancia, pese a las tecnologías que ya permiten sea más rápida y certera, no está exenta de ciertas dificultades que en un estudio o en una banda a veces pueden ser en detrimento de la creación grupal.
Sin embargo, “¿Dónde está Alicia?” ha sabido sobrellevar esta carga. Lo difícil, dice Núñez, es seguir avanzando, no pausar la comunicación y siempre decir: “ok, está bien”, nunca ser negativo, para no obstaculizar todo.
“Lo más importante, y eso pasa en cualquier contexto de banda, es que tú en el momento en que compartes algo a la persona que está al otro lado, en otro país, tienes que aceptar que lo que te va a dar de vuelta es su visión, su opinión”, reflexiona.
SU INFLUENCIA MUSICAL
“Rock en español, yo diría que lo más cercano fue algo así como Enjambre, creo que Enjambre es lo más cercano en México, en Venezuela habían bastantes bandas. Me mudé de Venezuela a los 15, me acababa de mudar, vivía en un pueblito así como si yo viviera en Villahermosa, y me mudo a Caracas, y eso era como 'wow', mira la ciudad y a los seis meses me dice mi papá: nos mudamos otra vez: ahora vamos pa´ México”, relata, en su experiencia como una persona que ha vivido constantemente en una mudanza, en un viaje donde siempre tiene que comenzar de nuevo.
Ahora, en Estados Unidos tuvo la ventaja de que con quienes ahora se reúne, ya los conocía a través de redes sociales, desde antes de su último cambio de domicilio.
“Apenas me estaba emocionando por esto y ya nos vamos; en Caracas hay muchas bandas que estaba comenzando a descubrir, me las tuve que agarrar y llevármelas conmigo, hay una banda que se llama la Vida Boheme, otra que se llama Americania, uno de esos tiene un proyecto llamado Recordatorio, que es como una Biblia para mí. Esas son para mí influencias, pero sé que mis asociados en la banda tienen influencias muy diferentes y es parte de lo que le da el sonido y lo que forma la colaboración tan específica”, continúa explicando.
Ejemplo de estas diferencias creativas que enriquecen el proceso de construcción de una pieza musical, dice, es que al guitarrista le encanta el metal “muy muy pesado”, la música barroca, de hecho canta ópera también, y le gusta una cantante: Belanova. A Vladimir le encanta el Rock Nacional, “me mostró la mayoría de Rock Nacional que yo conozco y que aprecio mucho, lo que conozco fue porque él me lo mostró, le gusta mucho Mecano”, expresa.
DOSIS PEQUEÑAS, PERO SIGNIFICATIVAS
Ante la pregunta de si ha recibido apoyo por parte de sus allegados nos cuenta: “No estoy buscando sacarme una carrera o un trabajo de tiempo completo haciendo mi propia música, creo que en ese aspecto siempre me han apoyado, voy a mi casa y están escuchando mi música, mis amigos me dicen: me gusta esta canción y la verdad no hace falta más que eso”.
Sobre su viaje a Estados Unidos nos cuenta: “me dice mi papá pues vámonos, me dice tienes que irte ahorita, si quieres volver luego lo puedes hacer pero tienes que irte ahorita, sino, no vas a tener la opción”. Y por tercera ocasión tuvo que cambiar de hogar, una constante en su vida, misma experiencia que ahora marca su música.
“Parece mentira pero Houston es una ciudad muy multicultural, diversa, personas de todos los países, de todas las culturas, razas y colores; tiene mucha fama de ser muy conservadora o racista y clasista, que sí lo es, pero si estás viviendo en el centro de la ciudad es totalmente diferente, es una ciudad muy cosmopolita”, expresa.
SABASCUAL
Su próximo proyecto será Sabascual, un grupo en el que planea comenzar con temas musicales que lo lleven a esa vieja localidad, de allá en Venezuela, donde solía visitar a sus abuelos, a la que no solía llegar mucho en su infancia pero ahora, tienen un bonito recuerdo de aquel lugar.
“Sabascual es el nombre de la casa donde vivían mis abuelos allá en Venezuela. Vamos a tener un disco que se llama Soft Powers, antes de que termine el año se lanza, porque ya está todo grabado. Trata de estos temas de nostalgia”, finaliza.