La historia del faro de Alejandría es un recorrido a través del tiempo que revela el poder, la ciencia y la ambición del mundo antiguo. Construido en la isla de Faros, frente a las costas de Egipto, se convirtió en una de las Siete Maravillas del mundo antiguo por su tamaño y tecnología.
Más allá de su función como una simple torre luminosa, el faro representó una maravilla de la ingeniería helenística. Durante siglos ayudó a los navegantes a llegar al puerto seguro en Alejandría, una ciudad clave para el comercio y la cultura.
La historia del faro de Alejandría comienza alrededor del año 280 a.C., durante el reinado de Ptolomeo II, en la isla de Faros, justo frente a la costa de Alejandría, Egipto.
Su construcción fue pensada como una solución para mejorar la navegación marítima, ya que la zona estaba llena de bancos de arena y representaba un peligro para los barcos que llegaban al puerto. El arquitecto griego fue Sóstrato de Cnido, él fue el encargado de diseñarlo, aunque se dice que el crédito oficial lo recibió el propio rey.
Este faro no solo fue funcional, sino también una obra monumental, los datos históricos dicen que alcanzaba aproximadamente entre 100 y 130 metros de altura, lo que lo convirtió en una de las estructuras más altas del mundo para su época.
Se cree que utilizaba espejos pulidos para reflejar la luz del sol durante el día y fuego durante la noche, de esta manera servía como guía para que los marineros lo vieran a gran distancia. Gracias a su tamaño y complejidad, fue incluido en la lista de las Siete Maravillas del mundo antiguo.
Por siglos, el faro de Alejandría se mantuvo en pie, a pesar de los terremotos y el paso del tiempo. No solo fue un referente marítimo, sino también un símbolo del poder y la sofisticación del Egipto helenístico.
Además, su influencia perduró porque muchas torres construidas después, tanto en el Mediterráneo como en otras partes del mundo, tomaron al faro de Alejandría como modelo referencia.
¿Qué le paso al faro de Alejandría?
Como lo mencionamos anteriormente, el faro de Alejandría permaneció en pie por más de mil años, resistiendo muchas condiciones climáticas adversas y el paso del tiempo.
Sin embargo, no fue inmune a los desastres naturales, a partir del siglo X, diversos terremotos comenzaron a debilitar su estructura. Pero los más devastadores ocurrieron entre los años 956, 1303 y 1323, afectando gravemente la torre y dejando partes enteras derrumbadas. Con cada sismo, la imponente construcción fue perdiendo estabilidad hasta quedar en puras ruinas.
A mediados del siglo XIV, el faro ya no funcionaba y sus restos eran apenas reconocibles. En el siglo XV, el sultán Qaitbay aprovechó lo que quedaba de la estructura para construir una fortaleza militar en el mismo sitio, este sitio aún se conserva.
Esta acción marcó el fin definitivo del faro como tal, pero también garantizó que parte de sus cimientos no se perdieran por completo. El sitio, además, siguió siendo clave desde el punto de vista estratégico, político y militar.
En el año 1994, arqueólogos submarinos encontraron restos del faro sumergidos en las aguas del puerto de Alejandría. Entre los hallazgos se incluyen columnas, bloques de piedra y esculturas que coinciden con descripciones de los antiguos escritos.
Estos descubrimientos han permitido reconstruir parte de su historia y confirmar su importancia arquitectónica. Aunque hoy ya no se puede ver desde el mar, el faro de Alejandría dejó un legado que vive tanto en la arqueología como en la memoria colectiva de la humanidad y la historia.